Coaching de Equipos II

Como ya comenté, os expongo el desenlace de la sesión de coaching de equipos de hace unos días. Aproximadamente 10 días después de mi visita a la empresa, realicé una llamada de seguimiento. La casualidad quiso que no encontrara al responsable y pudiese compartir con una de las personas del equipo, cuál había sido el efecto de esa única sesión. Sin entrar en detalles os lo resumo.
El coaching en equipo había servido para:

Hablar de lo que les resulta importante al equipo y mantenerlo enfocado durante el tiempo necesario.
Discrepar abiertamente dentro de los cauces del marco profesional
Orientar positivamente las conversaciones, llevando la atención a lo que nos une más que a lo que nos separa.
Clarificar expectativas de los miembros y de forma consecuente, ajustar las propias funciones de forma que no se solapen las cosas.
Compartir que podemos pensar distinto sobre las cosas y eso más que separarnos, nos enriquece.

Mira por dónde, al final resultó que abrir conversaciones en las organizaciones y orientarlas a resultados va a resultar útil.

Es curioso cómo con muy poco puedes hacer mucho bien.

Ánimo a todos.

Primero lo primero: llegar a todo no es posible

Normalmente escribo por la noche, cuando tengo los temas del trabajo terminados (si eso es posible alguna vez), las llamadas realizadas, correos contestado enviados, etc. Hoy aunque tenga muchas cosas por hacer quería comentar algunas cosas que hace días que me dan vueltas por la cabeza; básicamente es la necesidad que percibo a mi alrededor de “llegar a todo”. No sé porqué en estos días se ha vuelto más acuciante. En mi bandeja de entrada se acumulan los post de blogs y otras subcripciones, correos de proyectos, facturas por emitir y por “perseguir”, amigos a los que veo menos de lo que quiero. Como elemento añadido, ya sabéis que estamos en segunda vez al año que se termina el mundo -la otra es en julio- y yo por mi parte con la sensación de tener que llegar a todo.
Personas cercanas también tienen que llegar a todo (¿que será eso?), clientes que tienen que llegar a todo…todos tratando de llegar a todo y sin conseguirlo.

Estoy cansado de esta dinámica estéril de funcionamiento; tan integrado lo tenemos que ya ni lo vemos y seguimos corriendo en nuestro callejón. Me recuerda aquello de la carrera de la rata, que aunque la ganes sigues siendo una rata.
Estamos ya en Navidad; para muchos es momento de parón laboral y de encuentro familiar. Para otros es momento de activación profesional (comercio, hosteleria). Sea como sea siempre es un momento de inflexión, de antes y después; por eso me aventuro a haceros una propuesta de transformación.
He recordado la canción de Jorge Drexler (te pongo el video) y he pensado en qué medida:
1. Podemos ser capaces de fijar 2-3 cosas que són realmente importantes para nosotr@s.
2. Ponemos eso en nuestra agenda diaria y empezamos a transformarnos y transicionar.
3. Nos comportamos con los demás y CON NOSOTROS en relación a eso.
4. Empezamos a dejar de lado (sólo una cosa al tiempo), lo que no sea importante para nosotros. Pueden ser cosas que llevamos en nuestra mochila pero no son nuestras. Repito y lo pongo en negrita pueden ser cosas que llevamos en nuestra mochila pero no son, nuestras y no son importantes para nosotros.
5. Lo comunicamos a los demás: Qué prioridad tenemos y cuál no.
6. Nos concentramos en enfocar nuestra elección el tiempo suficiente para que se instale con comodidad y se haga espacio dejando lo que no nos aporta a un lado (¿qué tal un mes?).
7. Seguimos así por lo menos con 3 valores que sean realmente importantes.

Tal vez empezando a transformarnos nosotros podremos contribuir a transformar nuestro entorno en un lugar más amable. Tal vez nuestro ejemplo pueda inspirar a otra persona (nunca sabes quien puede enamorarse de tu sonrisa), el darnos permiso para vivir con mayor armonía puede hacer que otros también se lo dén, dejar brillar nuestra esencia sin la dictadura del cronometro corriendo contrareloj pueda apoyar que otr@s hagan lo mismo.
Reconozo que cuesta (y mucho la verdad) pero estoy convencido que vale la pena; yo ya he empezado.

 

Hard, Soft y Autenticidad

La semana pasada estuve colaborando con una de las empresas de innovación más importantes de este país. Su actividad principal es la innovación para generar negocio, nuevos productos, etc. Su fortaleza es que trabajan de forma muy precisa cómo innovar. Han desarrollado una metodología muy potente que permite generar de forma efectiva nuevas realidades (productos, procesos, categorías). Para los que de un modo u otro nos gustan y apasionan los procesos de modelado de la excelencia, ver eso era una maravilla de la investigación.
En fin que nos reunimos con la responsable de desarrollo y nos pidió un acompañamiento para fortalecer la capacidad de los consultores para acompañar clientes en el proceso de creación e innovación. Fijaros que la dificultad de la empresa se sitúa más en la gestión de un intangible sutil que no la de “inventar alguna cosa nueva”; es muy curioso. Me recordó lo que dice Tom Peters: lo soft es hard. Me explico: Después de muchas horas de ingeniería en el desarrollo de una metodología (hard) de generación de innovación, necesitamos personas que puedan acercar todo esa potencia de forma amigable a los clientes.
La metodología es fundamental para trabajar pero el valor diferencial lo aportan las personas. El mimo, el cariño y el rigor con el que los profesionales realicen su gestión de clientes (soft) será lo que va a marcar una gran diferencia. Que la persona marque la diferencia me maravilla una vez más. Esto cada vez va a cobrar mayor importancia; las metodologías igual que los productos (coches, ordenadores, ropa) en muy poco tiempo se transforman en commodities y sólo el valor diferencial que aporta la persona (lo que es, como lo hace, su estilo, su “todo”) es sostenible a largo plazo.
El camino de la autenticidad está servido, por lo que la inversión en un mismo, y en el desarrollo de su propio estilo más que una opción se transforma en una necesidad. Adelante que queda mucho por hacer.
Toni
Un saludo.
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Ver lo que vales y hacerlo ver. Poner en valor

Hace días una buena amiga me comentaba de un conocido mútuo “no es consciente de todo lo que aporta, de todo lo que puede dar”, hoy he estado con una organización muy preocupada por potenciar a su gente y el director general me comentaba “mi gente tiene muchas cualidades y ellos mismos no se dan cuenta”.  La petición final ha sido “necesito que mi gente sea capaz de ver lo que vale (también sé que eso retornará en mayores ingresos para la compañía y para ellos).
Luego, en el coche he reflexionado sobre lo mucho que esto nos sucede a todos. La mayoría de nosotros venimos de una educación de exigencia, favorecida por un mercado laboral también exigente (eso no es malo, nos ayuda a superarnos) pero enfocado en lo que no tenemos, siempre en lo que nos falta.
Ya he comentado algo sobre la singularidad y supongo que esto tiene que ver con otra vuelta de esa idea despistada por el cerebro.
El enfoque que quiero compartir con vosotros es el siguiente: ¿Cuánta energía estamos depositando en aprender nuevas herramientas, modelos, métodos y luego no somos capaces de transmitir cómo, nuestra aportación en conocimientos, en contactos, en saberes puede ayudar a marcar una diferencia.
Si no visualizamos la aportación que podemos realizar, ninguna persona podrá verla tampoco, ni conocerla, ni valorarla, ni pedirla, ni darnos una oportunidad para desarrollarla.
Decia Goethe que “el hombre se cree más de lo que es y se estima en menos de lo que vale” y me parece que desde entonces no hemos avanzado mucho.
No me malinterpretéis, no me refiero a que vayamos de “sobraditos” por la vida, ni a que “vendamos motos” sin sustancia, sinó que en muchas situaciones y más en momentos de interacción persona-persona, la diferencia no la marca lo buenos que seamos y el rigor con el que afrontamos nuestro trabajo- ante el que debemos mantener elevados estándares- sinó la capacidad que tenemos de ver nuestra aportación para el otro y en expresarla de modo que pueda ser entendida en lo que es y en lo que vale, ni más ni menos.
Retomando la sitación de esta mañana, el resultado final ha sido un proyecto que ayude básicamente a hacer visibles a los ojos de los participantes, todos los talentos reales que quedan relegados ante las áreas de mejora. Un proyecto para revelar los talentos existentes, y con la crisis que está cayendo, sencillamente gracias porqué existen aún personas y organizaciones comprometidas con el desarrollo de las personas. Que dure. Suerte a tod@s.
Toni
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Las heridas que nos hacemos para crecer

Stefen Gilligan cuenta que “la vida es maravillosa pero en ocasiones duele como un demonio”. Es verdad. En ocasiones ya he comentado aquí que nuestra vida es poliédrica (por fortuna) y existen partes que están bien nutridas y desarrolladas y otras que merecen un cuidado especial.
Éstas cuando tratamos de desarrollarlas, puesto que están más débiles, decimos que las llevamos de nuestra área de confort , de no forzar nada, de proteger de forma excesiva nuestros miedos con extrañas pautas de comportamiento (no hacer, no atreverse, que haga otro, especializándonos en un área técnica concreta); a nuestra área de desarrollo.
Metafóricamente acompañamos a nuestras “partes más débiles” a ser “más fuertes” y en estos pasos iniciales nos hacemos heridas, y duelen, caramba si duelen (una mala respuesta de alguien significativo, otro que nos ha fallado, una ejecución pobre que era muy importante…en fin seguro que alguna de estas u otras os suenan).
Y seguro que también habéis sentido la tentación de no volver a probar nada, de dejarlo estar….pues NO!!.
No te rindas, ¿para qué?, que te cuesta hacer algo que no has hecho nunca, pues claro!! cómo no va a costarte, si eres inexperto en eso. Que te duele, pues claro. En ese área necesitas una fortaleza que ahora no tienes y ese dolor te lo recuerda. Que necesitas parar para tomar aliento y recuperarte de las heridas, mira mejor sigues andando y te vas curando por el camino. Creo que no podemos dejar de hacerlo sólo porqué duela, sencillamente no podemos (si queremos el cambio claro).
No podemos esperar que nuevos pasos sean fluidos si somos inexpertos, ni podemos pretender que una transición sea siempre cómoda, sólo podemos pretender que sea y estar dispuestos a pagar el un precio razonable.
Me gustaría dejaros un cuento de Bucay que he tomado de http://blog-candy.blogspot.com/ y que para mi representa este mensaje:
“Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:- Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, me parece que sería penoso que te limitaras a caminar, teniendo las alas que el buen Dios te ha dado. – Pero yo no sé volar – contestó el hijo.- Es verdad… – dijo el padre y caminando lo llevó hasta el borde del abismo en la montaña.- Ves, hijo, este es el vacío. Cuando quieras volar vas a pararte aquí, vas a tomar aire, vas a saltar al abismo y extendiendo las alas, volarás.El hijo dudó:- ¿Y si me caigo?- Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que te harán más fuerte para el siguiente intento – contestó el padre.El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los que había caminado toda su vida. Los más pequeños de mente le dijeron:- ¿Estás loco? ¿Para qué? Tu viejo está medio zafado… ¿Qué vas a buscar volando? ¿Por qué no te dejas de pavadas? ¿Quién necesita volar?Los más amigos le aconsejaron:- ¿Y si fuera cierto? ¿No será peligroso? ¿Por qué no empiezas despacio? Prueba tirarte desde una escalera o desde la copa de un árbol, pero… ¿desde la cima?El joven escuchó el consejo de quienes lo querían. Subió a la copa de un árbol y, con coraje, saltó… Desplegó las alas, las agitó en el aire con todas sus fuerzas pero igual se precipitó a tierra…Con un gran chichón en la frente, se cruzó con su padre:- ¡Me mentiste! No puedo volar. Probé y ¡mira el golpe que me di! No soy como tú. Mis alas sólo son de adorno.- Hijo mío – dijo el padre – Para volar, hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen. Es como para tirarse en un paracaídas, necesitas cierta altura antes de saltar.Para volar hay que empezar corriendo riesgos.Si no quieres, quizás lo mejor sea resignarse y seguir caminando para siempre.
Suerte a los que aún con las heridas siguen en su camino. Un abrazo a todos.
Toni